Estuvo a punto de subir para no bajar jamás, creyó haber llegado
a cielo,
subieron como en un cohete quizás a demasiada velocidad.
Ella iba dentro, resguardada por todo aquel metal y cristales
anti-todo, creyó que iba segura, pero en realidad todo eso no sirvió para nada. Pensó que vivirían en la Luna, pensó que serían como dos
estrellas.
Se equivocó, no solo serían dos, no pensó que subían a lo más
alto, que verían el universo con sus millones de astros, pensó que alumbrarían
las noches en la Tierra, pero les faltó luz, las estrellas no son infinitas, se
acaban consumiendo, se quedan sin energía, como ella.
Tampoco contó con el inmenso tamaño de su nuevo hogar, nadie le
advirtió sobre sus límites. ¿Cómo no perderse? ¿Cómo sentirse solo en medio de todo, en medio
de la nada?
Corrieron el constante riego de chocar contra una cometa, o
cualquier asteroide, corrieron el riesgo de ver estrellas fugaces, un eclipse o
incluso de presenciar un nuevo Big Ban, podrían haberlo visto todo, pero les
faltó algo, el oxígeno de los soñadores, el combustible de los amantes, aquello que no se compra ni en la NASA, aquello que no se consume ni en el espacio.
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